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domingo, 31 de enero de 2016

La legitimación del egoísmo - Una lección para siempre: el Poder Económico es insaciable,

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23 h
La legitimación del egoísmo

Una lección para siempre: el Poder Económico es insaciable, además de ingrato. 

Desde que asumió, Mauricio Macri no ha hecho más que satisfacer sus consabidas demandas: devaluación, eliminación de retenciones y cupos de exportación, importación libre y reducción de los controles al dólar, que sólo persisten para los que tienen menor capacidad de compra. Sin embargo, nada de eso los hace desistir de su actuación mezquina. 

La liquidación de granos se produce a cuentagotas, nuestras reses alimentarán a trabajadores ingleses, los supermercados suspendieron las compras a PYMES locales para importar baratijas producidas en condiciones casi de esclavitud y las góndolas exhiben precios de pesadilla. 

La visita de los exponentes de la AEA a La Rosada no tuvo como fin felicitar a los funcionarios amarillos por tan abultada transferencia de ingresos, sino recitar nuevas demandas para seguir enriqueciéndose. “El nuevo Gobierno no debía enamorarse de un dólar bajo a 14 pesos”, expresó Cristiano Rattazzi, de Fiat, más como amenaza que como consejo. 

Sólo piensan en sí mismos y cuando su egoísta accionar produce estragos a su alrededor, se apuran a culpar a terceros y a buscar un reemplazo de las autoridades para comenzar de cero con el saqueo.

No merecen ser mimados ni tampoco destruidos, pero al menos contenidos en un proyecto de desarrollo colectivo. Y nosotros no merecemos un funcionario como Ricardo Buryaile, que ante los exorbitantes precios de la carne, sólo se atrevió a decir “nos queda hacer concientización y trabajar sobre el consumidor, si éste se tiene que abstener de consumir que lo haga”. 

Después agregó que el gobierno aplicaría la Ley de Defensa de la Competencia con multas y clausuras, pero en voz baja, para que sus colegas productores no se enojen. 

También anticipa que se importará carne de Uruguay para que la oferta no disminuya. Entonces, ¿para qué liberan la exportación si piensan importar lo que falte para satisfacer nuestra demanda? 

Todo país exporta el excedente y sólo importa lo imprescindible, si es que quiere tener un saldo favorable en el frente externo. Sólo una administración suicida permite una exportación a mansalva, porque eso alienta la especulación y desabastece el mercado interno.

La solución amarilla para todo es la recesión: la inflación se reduce cuando disminuye el consumo, de acuerdo a la lógica perversa que tantas veces se ha practicado. Enfriar la economía, es la consigna. 

Por eso, el “mejor equipo económico de los últimos 50 años” –tal como Macri lo definió- apunta a aniquilar el mercado interno desde todos sus componentes: poder adquisitivo, puestos de trabajo, devaluación y disminución de la oferta. De esta manera, producirán un shock que convertirá en deseable cualquier monstruoso ajuste. Y, si todo sale bien –o mal- la inflación se reducirá por la actividad económica casi inexistente.

Una nueva moda: velas y abanicos

Que una asociación de usuarios convoque a un apagón de consumo ante abusos de los empresarios es una inteligente medida de resistencia. 

Sin embargo, cuando es un funcionario responsable del control y la promoción de esa área, la situación es diferente: que Buryaile desaliente el consumo parece una estrategia para aumentar el stock exportable. 

En sintonía con esta estrategia para enriquecer a los productores cárnicos, los medios acólitos se encargaron de difundir, en sus espacios informativos, las opciones vegetariana y vegana, no como una rebelión ante los siderales precios de los cortes, sino como una sumisión a la angurria infinita.

Como retornar al uso de los viejos ventiladores en lugar de los frescos y silenciosos equipos de aire acondicionado, no para evitar las alergias o el contraste térmico y menos como ahorro energético, una forma ecológica de consumir. 

No, esos mensajes mediáticos sólo buscan generar una respuesta amigable ante los tan ansiados incrementos tarifarios del servicio eléctrico. 

Una desregulación que, por ahora, sólo tiene la forma de una quita de subsidios pero representará un aumento entre 180 y 280 por ciento en las facturas. La excusa es la inversión en obras para mejorar la distribución del servicio, como siempre. 

En los noventa, las tarifas fueron tan libres que las sumas recaudadas volaban a casa central sin dejar un centavo en el país y el resultado, el Gran Apagón de fin de siglo, cuando 150 mil viviendas de la CABA quedaron sin fluido durante once días. 

Las mismas empresas que fueron multadas y controladas por la gestión anterior con algunos resultados favorables, pero prefieren pagar las sanciones antes que invertir en mejoras. Las mismas que hoy volverán a ser tan libres para hacer lo que su pulsión ambiciosa les indica.

Los que dudan de los nefastos resultados que tendrán estas medidas en el mediano plazo es porque todavía están embelesados con el clima aplaudidor de los medios oficialistas. 

O, por lo menos, con la paciencia de los primeros cien días de la asunción de un nuevo gobierno. Pero esta película ya la hemos visto tantas veces que, ni bien comienzan los títulos ya sabemos cuál será el fatídico final. 

Desempleo, devaluación, desregulación, inflación conforman un cóctel que busca disciplinar a una sociedad para que se adapte al futuro desigual que llegará de la mano de los gobernantes amarillos. 

De continuar por este camino, en pocos meses tendremos una crisis en serio, el castigo pergeñado por el establishment hacia un pueblo que decidió gozar de doce años insólitos.

Publicado por Gustavo Rosa

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