LA IRA DEL MEDIO PELO
Ellos no entendían de política, ni querían entender de política.
Ellos transcurrían entre qué va´cer, doña, suna barbaridad, qué fresquito que está hoy, ¿no? y ya no se puede vivir con estos precios.
Ellos no leían el diario, o a lo sumo, el clarín, esos papeles que entraban por debajo de la puerta y a la noche se deshojaban en un otoño de tinta.
La radio era Mitre, la tele era TN o canal 13, y nada pero nada los iba a sacar de allí.
Supieron que había otros periodistas, solo para odiarlos y decir que eran unos chorros.
Supieron que había otra gente alrededor, solo para odiarlos y decir que eran unos chorros.
El kirchnerismo les hizo lo peor que puede hacérsele a gente como ellos: los politizó.
A la fuerza, a los ponchazos, en defensa propia.
Por rencor, por odio, porque querían volver a ese paraíso que era el qué va´cer doña, suna barbaridad, con el que atravesaron al mismísimo Perón, la dictadura, la democracia y el neoliberalismo.
Se habían enojado alguna vez, sí, cada vez que todo estallaba, entonces, juraban ardores y bombas por unos días, pero después volvían a su cauce.
Y se aferraban a unas pocas verdades necesarias.
Todos los políticos son iguales.
Este país no tiene arreglo.
A esto lo arruinó Perón.
Nadie quiere laburar.
Yo me rompí el culo así, ¿ves?, y qué logré.
Los patrones, ángeles tutelares, la explotación, una fatalidad, las jerarquías, bien puestas están.
Ni un gramo de rebeldía, y por eso mismo, las compadradas que compensan.
Siempre puertas adentro. Yo no me dejo basurear. A mí que no me vengan con esas. A mí se me respeta.
Afuera, sí patrón, afuera, hacerse amigo del que tiene el chalecito, nene, afuera, se agachaba la cabeza porque el mundo es así.
Y un día vino el kirchnerismo.
Y tuvieron que salir a informarse.
Y tuvieron que meterse en la historia.
Con lo que tenían puesto.
Con lo que sus cabezas habían trabajado.
Por eso esas citas desmesuradas que pasan de la anécdota al supuesto dato concreto de la historia, por eso el archivo completo de los Kirchner, por eso de pronto leer Noticias, por eso un día enterarse de que existe un muchacho Lanata, que los putea y les dice cada cosa…
El kirchnerismo los violentó, los hizo salir de su centro, los largó a la calle. Ellos, que nunca habían salido a reclamar por nada.
Se escucharon gritar, se escucharon odiar, se escucharon despreciar.
Nunca se habían escuchado.
La tecnología les dio algo más: insultos interminables con el loquendo, al ritmo de imágenes colectadas de aquí, de allá. Búsquedas por internet detrás de la hija abandonada de Cristina, de su falso diploma, del balazo con que Máximo mató a Néstor.
Me piden que hay que convencerlos, sumarlos, enseñarles.
Lo intenté.
No pude.
Si algo me descorazona y aburre de esta gente, es que tengo la sensación de estar hablando con la misma persona.
El mismo tonito canchero que no alcanza a ocultar la ignorancia, los mismos jajaja, maníacos en medio de cualquier charla, ya se trate de festejar un cáncer o de mencionar por enésima vez los millones de dólares que Néstor se llevó de Santa Cruz.
Espejados en los medios que les dan de comer, equiparan un dato falso y detallado a una acción política, una puteada a una línea editorial, lo que pasó en la semana a una sucesión histórica.
Debe ser terrible ver que el otro escribe, piensa, conecta, critica, se contradice, se emociona, putea, lee, relee, piensa por sí mismo, piensa con el otro, piensa por el otro, sale a la calle, sigue y sigue y sigue.
Debe ser terrible descubrir que el otro no es ni una moda ni una erupción.
Debe ser terrible ver a esos miles de otros arremangarse en una inundación, patear otra vez la calle, llenar una plaza, que te desmientan en un mes todos los choripanes y cocas pagados, que al volver en el subte se te rían en la cara, ellos, los derrotados, ellos, los tristes.
Debe ser terrible saber que hay allí algo que palpita, algo vivo, algo que lucha, algo que se arriesga y no poder ser parte.
Debe ser terrible ver que el tiempo pasa, y que cada día, cada error de tu gobierno los confirma a esos otros, y a vos te pone en la encrucijada, otra vez, cuando pensabas que se había acabado de volver a leer Noticias, de entender qué son los fondos buitres, de encontrarte con la Beatriz Sarlo, esa que no conocías pero que les cerró la boca en 678, cerrarles la boca en A dos voces, y ya no entender, y ya no entender.
Debe ser terrible esos bombos y esos gritos que están a toda hora, y ensuciarte con los despidos y los balazos de goma y los pibes que pronto, pronto, acá nomás, van a salir a pedir o a chorear, y hacer el intento, enorme, casi sobrehumano, de negar la conexión entre todo lo que ocurre: desde ese sobre que pusiste en una urna a este arriba las manos.
Debe ser terrible.
Y todo porque estos un día vinieron a hablar de política.
Y hasta tu nieto se puso a hablar de política.
Y hasta tu nieto salió en tambores con esos miles de otros.
Y cuando pensabas volver a la novela, a la alegría, al sí patrón; cuando pensabas volver a tu vida charla de ascensor, cuando regresabas a tu compostura, te das cuenta que hay una grasa que no se va a ir así nomás.
Que ahora están fuera del estado, por la calle, por la plaza, en cada piquete.
Y todo por esos Kirchner, hijos de puta, que un día vinieron y metieron la política en la cabeza de la gente.
Ellos transcurrían entre qué va´cer, doña, suna barbaridad, qué fresquito que está hoy, ¿no? y ya no se puede vivir con estos precios.
Ellos no leían el diario, o a lo sumo, el clarín, esos papeles que entraban por debajo de la puerta y a la noche se deshojaban en un otoño de tinta.
La radio era Mitre, la tele era TN o canal 13, y nada pero nada los iba a sacar de allí.
Supieron que había otros periodistas, solo para odiarlos y decir que eran unos chorros.
Supieron que había otra gente alrededor, solo para odiarlos y decir que eran unos chorros.
El kirchnerismo les hizo lo peor que puede hacérsele a gente como ellos: los politizó.
A la fuerza, a los ponchazos, en defensa propia.
Por rencor, por odio, porque querían volver a ese paraíso que era el qué va´cer doña, suna barbaridad, con el que atravesaron al mismísimo Perón, la dictadura, la democracia y el neoliberalismo.
Se habían enojado alguna vez, sí, cada vez que todo estallaba, entonces, juraban ardores y bombas por unos días, pero después volvían a su cauce.
Y se aferraban a unas pocas verdades necesarias.
Todos los políticos son iguales.
Este país no tiene arreglo.
A esto lo arruinó Perón.
Nadie quiere laburar.
Yo me rompí el culo así, ¿ves?, y qué logré.
Los patrones, ángeles tutelares, la explotación, una fatalidad, las jerarquías, bien puestas están.
Ni un gramo de rebeldía, y por eso mismo, las compadradas que compensan.
Siempre puertas adentro. Yo no me dejo basurear. A mí que no me vengan con esas. A mí se me respeta.
Afuera, sí patrón, afuera, hacerse amigo del que tiene el chalecito, nene, afuera, se agachaba la cabeza porque el mundo es así.
Y un día vino el kirchnerismo.
Y tuvieron que salir a informarse.
Y tuvieron que meterse en la historia.
Con lo que tenían puesto.
Con lo que sus cabezas habían trabajado.
Por eso esas citas desmesuradas que pasan de la anécdota al supuesto dato concreto de la historia, por eso el archivo completo de los Kirchner, por eso de pronto leer Noticias, por eso un día enterarse de que existe un muchacho Lanata, que los putea y les dice cada cosa…
El kirchnerismo los violentó, los hizo salir de su centro, los largó a la calle. Ellos, que nunca habían salido a reclamar por nada.
Se escucharon gritar, se escucharon odiar, se escucharon despreciar.
Nunca se habían escuchado.
La tecnología les dio algo más: insultos interminables con el loquendo, al ritmo de imágenes colectadas de aquí, de allá. Búsquedas por internet detrás de la hija abandonada de Cristina, de su falso diploma, del balazo con que Máximo mató a Néstor.
Me piden que hay que convencerlos, sumarlos, enseñarles.
Lo intenté.
No pude.
Si algo me descorazona y aburre de esta gente, es que tengo la sensación de estar hablando con la misma persona.
El mismo tonito canchero que no alcanza a ocultar la ignorancia, los mismos jajaja, maníacos en medio de cualquier charla, ya se trate de festejar un cáncer o de mencionar por enésima vez los millones de dólares que Néstor se llevó de Santa Cruz.
Espejados en los medios que les dan de comer, equiparan un dato falso y detallado a una acción política, una puteada a una línea editorial, lo que pasó en la semana a una sucesión histórica.
Debe ser terrible ver que el otro escribe, piensa, conecta, critica, se contradice, se emociona, putea, lee, relee, piensa por sí mismo, piensa con el otro, piensa por el otro, sale a la calle, sigue y sigue y sigue.
Debe ser terrible descubrir que el otro no es ni una moda ni una erupción.
Debe ser terrible ver a esos miles de otros arremangarse en una inundación, patear otra vez la calle, llenar una plaza, que te desmientan en un mes todos los choripanes y cocas pagados, que al volver en el subte se te rían en la cara, ellos, los derrotados, ellos, los tristes.
Debe ser terrible saber que hay allí algo que palpita, algo vivo, algo que lucha, algo que se arriesga y no poder ser parte.
Debe ser terrible ver que el tiempo pasa, y que cada día, cada error de tu gobierno los confirma a esos otros, y a vos te pone en la encrucijada, otra vez, cuando pensabas que se había acabado de volver a leer Noticias, de entender qué son los fondos buitres, de encontrarte con la Beatriz Sarlo, esa que no conocías pero que les cerró la boca en 678, cerrarles la boca en A dos voces, y ya no entender, y ya no entender.
Debe ser terrible esos bombos y esos gritos que están a toda hora, y ensuciarte con los despidos y los balazos de goma y los pibes que pronto, pronto, acá nomás, van a salir a pedir o a chorear, y hacer el intento, enorme, casi sobrehumano, de negar la conexión entre todo lo que ocurre: desde ese sobre que pusiste en una urna a este arriba las manos.
Debe ser terrible.
Y todo porque estos un día vinieron a hablar de política.
Y hasta tu nieto se puso a hablar de política.
Y hasta tu nieto salió en tambores con esos miles de otros.
Y cuando pensabas volver a la novela, a la alegría, al sí patrón; cuando pensabas volver a tu vida charla de ascensor, cuando regresabas a tu compostura, te das cuenta que hay una grasa que no se va a ir así nomás.
Que ahora están fuera del estado, por la calle, por la plaza, en cada piquete.
Y todo por esos Kirchner, hijos de puta, que un día vinieron y metieron la política en la cabeza de la gente.
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