06–06–2011 / La elección de Javier Gonzalez Fraga como vice en la fórmula de la centro derecha que encabezará Alfonsín, decidió de un plumazo, el lugar que en el imaginario social ocupa el Radicalismo.
Más allá de la primavera Alfonsinista del 83, donde por un par de años el discurso de Don Raúl, aspiraba a encuadrarse dentro del espacio de la social-democracia europea, la falta de realismo político que lo aisló y su escasa vocación por el cambio de paradigma económico lo llevaron paulatinamente a desandar el camino iniciado.
Desde la designación de Grispun un referente de las Pymes en la conducción de la economía, que abría una esperanza de dinamización de la cadena productiva y la consecuente defensa de los puestos de trabajo, hasta la claudicación de esos compromisos, de la mano de Sourrielle ante las fuerzas de mercado, hubo un tránsito marcado por la falta de rebeldía.
Del compromiso con la Memoria, Verdad y Justicia, hasta el Punto Final y la Obediencia Debida hubo una paulatina claudicación de principios.
De la convocatoria a la Plaza de Mayo para defender a la democracia, a la componenda con Aldo Rico, mostró que la apuesta era durar, a como sea.
Todo su tiempo de gobernante estuvo signado por la pelea pública con las corporaciones, contrastado por el otorgamiento de concesiones, en la oscuridad de los despachos oficiales.
Desde un publicitado y marketinero apego a la Constitución, cuando recitaba el preámbulo, hasta facilitarle a Menem el desguace del país,cuando sus legisladores docilmente votaron todas las leyes que el Traidor exigía para aliviarlo del Karma de seguir siendo presidente; o más tardeconcederle oportunamente 4 años más de tiempo para la devastación, con la concesión de una reelección en trueque por migajas.
Todas las contradicciones de un socialdemócrata voluntarista que encontró respuestas más alentadoras en la civilidad no partidista o neutral, que en los aparatos de su propio partido, carcomido por la tradición conservadora de décadas de colaboración con los militares de turno.
Desde hace décadas, y ello ya se inició con el "Antipersonalismo Alvearista", predomina en la dirigencia del partido de Yrigoyen, un sector muy conservador que desmiente con las alianzas electorales, con las posiciones legislativas de sus representantes y con las defensa de los intereses de las corporaciones, algunas pretenciosas posiciones progresistas, detrás de las cuales algunos sectores más juveniles, en alguna oportunidad insinuaron encolumnarse.
Pero para ello había que asumir los riesgos de confrontar con el poder y jugarse por un cambio de estructuras.
Eso no está en el ADN radical, más proclive a la grandilocuencia y a la contradicción. Asi a Alfonsín lo acompañó con ilusiones una joven dirigencia, que se había fogueado en las luchas universitarias, pero que sin contacto con la dirigencia sindical, no supieron amalgamar una masa crítica de lucha contra el establishment, como podrían asegurarlo un acción conjunta son los trabajadores.
Así el viejo líder desapareció sin modificar la realidad, y aquellos jóvenes que a falta de lucha contra el poder, supieron tener buenos contactos con ellos, hicieron buena plata con los negocios a la sombra del poder, salvo algunos pocos que se desilusionaron y se apartaron rapidamente;el grueso ya son hoy maduros dirigentes de segunda linea que solo acopian fracasos y se adaptaron muy convenientemente a los "nuevos negocios" .
Solo queda su apellido como referencia de una época, que pareció ser parte de una épica movilizadora, el punto de partida del nacimiento de una nueva democracia.
Solo su nombre y sus trajes, que si concedemos veracidad a los dichos de "le petit", gusta éste de vestir, seguramente para sentirse arropado por el aura de su padre, aunque fatalmente se enterará, no es materia transferible.
No teniendo ni ideas, ni programas, ni un líder carismático para ofrecer, la opción por el apellido no es una decisión descabellada.
¿Que otra cosa podian ofrecer?
Así llegaron al tiempo de las decisiones: La historia de los últimos años lleva a convivir a sectores que son parte de una sólida estructura conservadora que se asienta en la dirigencia provincial y por otro lado algún sector de afiliados adherentes al discurso añorado de los tiempos de la épica, que los dotara de cierta paquetería intelectual de progresismo y que tuviera su foco en los medios universitarios capitalinos y en sectores medios de la burguesía.
De la experiencia de De la Rúa, solo le quedó a la sociedad, la confirmación de la facilidad con que el radicalismo hace migas con el discurso progresista que encarnaba el Frepaso, pero no se aparta ni un milímetro de las condiciones de la economía liberal que le imponen las corporaciones, ni se mosquea por sacrificar una vez más a los trabajadores, como cuando se ingenió para aprobar la flexibilización laboral, a costa de una novedad imprevista, como fue los sobornos a los senadores.
El 2007 los encontró con la necesidad de recurrir a un candidato no radical, ya que ninguno de sus hombres daba la categoría.
De esas vertientes que sufrieron avatares tan diversos, surgían tironeos que soñaba con un acuerdo con el socialismo incontaminado, como una forma de volver a las fuentes, pero que fue esmerilado por la dirigencia más notoria, como Rozas, Morales, Aguad, Sanz y Cobos, dueños de un sólido pragmatismo utilitario, que hicieron pesar las aspiraciones de la dirigencia media, que aparece como valor agregado que pone en la balanza, con quien y para que se hacen las alianzas electorales.
Así la decisión fue lubricada por la necesidad de defender las posiciones del aparato que le otorga presencia en casi todas las provincias, especialmente en las poblaciones de la pampa húmeda, posiciones que ni el GEN ni el socialismo garantizaban.
Así intendentes, concejales y legisladores, "sacrifican" historia y relato, por alguna prebenda, que les permitirá tirar algún bocado a los fieles punteros, mientras siguen esperando una rotación del viento de cola y deberán asumir en consecuencia que nunca más podran recordar aquello de "que se rompa pero no se doble".
Son los "tiempos" a que hacía referencia Alfonsín "le Grand", cuando razonaba que si la sociedad se desplazaba hacia la derecha, el Partido debía comprender y aceptar que era el "Tiempo de perder elecciones".
De allí a aceptar la oferta del invertebrado que dice ser Peronista, pero que no se le conoce otra militancia que su pasado menemista, para dotarlos de cierta expectativa a partir de exhibir en sus alforjas una ya lejana demostración de fuerza, solo medió un condicionante, la aceptación de un vice que hiciera olvidar la pesada herencia de incapacidad de conducir la economía por el radicalismo.
Claro que De Narvaez andaba en búsqueda de candidato, pero incinerarse por chirolas no es el estilo del "colorado" que en temas de "toma y daca" tiene sus antecedentes.
Alli debe buscarse la razón de la designación de González Fraga, una sugerencia a tono de las necesidades del socio bonaerense, acordada con la cúpula y no una ocurrencia de "le Petit" que para estos temas, tiene mínima autonomía.
El radicalismo pone el candidato a presidente, en un combo que incluyen el apellido, ropajes y gestos y su añosa estructura y De Narvaez,al Vice, sus billetes, todos los intendentes del Conurbano, salvo el radical Posse en San Isidro y van al 50 % en la lista de legisladores.
Hoy el panorama de ofertas se parece bastante al del 2007.
Algunos actores como Carrió, se han diluído y otros ocupan su lugar, pero seguramente habrá un electorado que se mantendrá fiel a algunos presupuestos:
El Peronismo históricamente siempre tuvo un 40 % del electorado, algo más de un tercio.
Hoy la mayor parte de ese tercio, son parte del activo del Kirchnerismo.
Un residuo del 5% le quedó al Justicialismo antikircherista y es la base del Duhaldismo que sumará al macrismo que se quedó sin paraguas, y a Das Neves, si eso se entiende como sumar.
Otro tercio es absolutamente heredero del antiperonismo, y sigue siendo hoy absolutamente antikirchnerista.
Y nos queda algo menos de un tercio (un 25 %) que será quien decida quien se adjudicará la presidencia.
De ese 25 % no es descabellado pensar que una mitad apoyará al Kirchnerismo, lo que le otorgaría un piso que se aproxima a un 45% quele permitiria ganar en primera vuelta, de resultas de la positiva gestión de la Presidenta
El tercio antikirchneristas, tendrá como opciones apoyar a Radicales derechistas, Duhaldistas y Socialistas progresistas, en partes seguramente bastantes parejas, tal vez con predominio mínimo de Duhalde sobre los radicales, a favor de captar al electorado macrista ygran parte del votante de Narváez del 2009, con algún resto para los socio-progresistas.
Quedará la otra mitad del 25% de neutrales, que tal vez hayan sido votantes de Carrió, y que si siguen la lógica de su antigua líder, predecir a quien se incline es imprevisible: seguramente se dividirán entre el progresismo antikirchnerista y el Duhaldismo y rescatarán para sí, algún residuo de los que aplauden sus posiciones apocalíticas y rupturistas; alli los radicales dificil que cosechen.
Hoy la realidad de la política, despues de 8 años de Kirchnerismo, deja como balance la dificultad de situarse en la centro-izquierda haciéndole competencia en ese espacio al Gobierno, que con sus políticas de DD.HH., de pleno empleo y fomento a la producción industrial y de inclusión de nuevos derechos, se sitúa holgadamente en ese espacio .
Pueden sostenerse precariamente allí los representantes del socialismo histórico y algunas expresiones del antiperonismo progre, sin hacerle mella al caudal electoral del oficialismo.
El centro derecha tendrá su expresión en la entente Radical-De Narváez, más cómodos ambos en esa posición, uno porque demostró no ser progresista y el otro por no ser peronista, aunque no hace tanto tiempo "le petit" lo descartara.
La prenda de unidad se facilitó, pues ambos reconocieron su identidad convergente y una coincidencia en dos temas urticantes para las corporaciones a las que aspiran a representar: esterilizar los efectos de la ley de medios audiovisuales y desactivar las retenciones agrarias de exportación.
Ambas partes se ven con mejores perspectivas que hace una semanas, cuando unos no podian sintetizar un mensaje con los socialistas, que le exigían ser coherente con los discursos y el otro desnudaba las precariedades del acuerdo pasado con Macri, un desorientado hoy, outsider de la lucha por el poder.
Habiendo apostado todo a ganar, poco le puede quedar a ambos después de una derrota.
Ni coherencia ideológica, ni linea de conducta, ni posibilidades de un programa común, ni siquiera cimientos para un fortalecimiento de ese acuerdo para un futuro a dos años vista.
Sus legisladores improbable que encuentren coincidencias programáticas para legislar.
Si ese fuera el derrotero, De Narváez todavía con billetera seguramente buscará otros socios y "le Petit" será sustituído en su precario liderazgo por algun mendocino, sedientos de poder y mejor vistos por la corporaciones.
Más a la derecha se ubica el Duhaldismo, que se identifica con lo más representativo de las corporaciones, del menemismo y delProceso, con un discurso duro, de reivindicación de la Ley y del Orden que resume todo su ideario.
La ubicación de la Coalición Cívica expresa solo, una voluntad testimonial de la denuncia y de la antipolítica.
La Izquierda Unida ha hecho un esfuerzo para conciliar posiciones que bien vendría, les otorgara alguna representacion legislativa.
Lo de Rodriguez Sáa no resiste un analisis de cierta seriedad, más bien un manto de piedad para soslayarlo.
¿Me queda algo?
Apuntar que sería un despropósito la renuncia a crear un espacio de centro-izquierda no Kirchnerista, que debe institucionalizarse aunque hoy la decisión de Binner parezca una incógnita, pero que tiene todas las condiciones para ser su referente.
Será bueno para el gobierno y para la sociedad que alguien le compita por izquierda, no podrán dormirse en sus laureles.
Y una incógnita que es saber quien completará la fórmula con Cristina, un acertijo sin data.
Sobre este tema una disgresión:
¿Hay espacio para pensar que alguien le puede agregar algo al caudal propio de Cristina?
Pareciera que no, salvo la designación de alguien que extraiga votos del peronismo histórico, el único espacio de donde se puede captar algun apoyo extra.
Pero la sombra de Cobos sobrevuela las decisiones:
¿Vale acaso arriesgar con alguien que no asegure total lealtad, por un par de puntos?
Parece que no, y no es una decision menor, ya lo sufrimos.
TIBURON
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