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ALERTA EN LA REGION
El molesto señor Lugo
No le convenía a nadie que el ahora ex presidente paraguayo tuviera poder en Asunción; por lo tanto, el poder se deshizo de él. El regreso a Sudamérica de la convergencia del establishment económico minoritario con las elites de los partidos mayoritarios. El efecto en el Mercosur y el futuro de la democracia paraguaya.
No le convenía a nadie que el ahora ex presidente paraguayo tuviera poder en Asunción; por lo tanto, el poder se deshizo de él. El regreso a Sudamérica de la convergencia del establishment económico minoritario con las elites de los partidos mayoritarios. El efecto en el Mercosur y el futuro de la democracia paraguaya.
Es probable que la destitución del presidente Fernando Lugo haya seguido los pasos constitucionales previstos en Paraguay. En cambio no respetó los principios básicos de una democracia: la presunción de inocencia y el derecho a la defensa.
En cuestiones de horas se decidió todo, incluso el rechazo a la solicitud de la defensa para contar con 18 días para prepararse. Recuérdese, como comparación, el caso del presidente estadounidense Bill Clinton, cuando se intentó su juicio político: fiscal especial, meses de debate, toneladas de pruebas. No debería ser necesario, pero quizás convenga reiterarlo: se está removiendo a un presidente que llega a su cargo por la voluntad social. Es decir, se está alterando la voluntad de quien tiene la soberanía nacional en una democracia. Lo menos que se debe ser, es cuidadoso.
Cuando, estos principios son ignorados, nos hallamos frente una falla de procedimiento. Alguien podría pensar, que después de todo, esas son cuestiones formales. No lo son, son sustanciales a la vigencia de los derechos de los individuos.
La libertad en todas sus formas, la integridad física, la vida, que constituyen el corazón de los derechos que una democracia debe custodiar y expandir, se derrumban cuando el poder del Estado ignora la posibilidad de que un individuo, sencillamente, se defienda de una acusación.
La libertad en todas sus formas, la integridad física, la vida, que constituyen el corazón de los derechos que una democracia debe custodiar y expandir, se derrumban cuando el poder del Estado ignora la posibilidad de que un individuo, sencillamente, se defienda de una acusación.
Esta urgencia en liberarse del molesto Señor Lugo, poco tiene que ver con la causa invocada. Nadie puede argumentar que en un hecho complejo y confuso como el que sucedió, en el que murieron 6 policías y 11 campesinos, se pudo llegar a una conclusión clara en el período transcurrido.
En breve, lo sucedido esta semana en Paraguay violó las bases esenciales de una organización democrática.
Si esta argumentación resultara poco realista, abstracta, veamos lo sucedido desde otro ángulo. En sus discursos antes y durante la presidencia, el señor Lugo tuvo como prioridad la reforma agraria. No discuto si fue hecha o no, si se sabía cómo ejecutarla. Sólo señalo, que su propuesta podía resultar una blasfemia en un país en el que un muy reducido grupo de familias posee el 80% de la tierra. Este parece un buen motivo para ignorar la voluntad mayoritaria.
Además, el Señor Lugo era una persona de un mundo distinto a los círculos políticos, No era ciertamente alguien cercano al Partido Colorado ni tampoco era sentido como propio por quienes lo apoyaron, el Partido Liberal Radical Auténtico.
El presidente Lugo no le convenía a nadie que tuviera poder en Paraguay, por lo tanto, el poder se deshizo de él.
El presidente Lugo no le convenía a nadie que tuviera poder en Paraguay, por lo tanto, el poder se deshizo de él.
En estas horas hemos escuchado algunas reacciones de políticos paraguayos, en cólera, diciendo que nadie puede negar el derecho de los parlamentarios a votar como crean conveniente. Al respecto, sólo una aclaración: nadie le niega nada a nadie. Sólo opinamos sobre lo que hicieron y, como estamos fuera de los alcances del Congreso paraguayo, lo seguiremos haciendo. Los países de América del Sur, no violan ningún derecho opinando. Más bien, deben hacerlo y sacar las consecuencias prácticas de sus opiniones.
Este es un momento en que se insinúan algunas complicaciones en el ámbito sudamericano. La desaceleración del crecimiento, que en algunos casos será muy alta, la pérdida de fuerza del Mercosur, son entre otros, síntomas de que es necesario aumentar la cohesión de nuestra subregión. Hacer efectiva la idea de que sólo participan democracias en nuestros emprendimientos va en ese sentido. Daría, más allá de otras dificultades, señales de una cierta capacidad de acción.
Por supuesto, si las organizaciones regionales avanzan en este sentido, un criterio básico que legitimará sus decisiones es medir a todos con la misma vara.
Por supuesto, si las organizaciones regionales avanzan en este sentido, un criterio básico que legitimará sus decisiones es medir a todos con la misma vara.
Pero esa es otra discusión. Hoy, estamos enfrentados, otra vez, a un antiguo peligro latinoamericano: la reunión, la convergencia del poder económico minoritario con las elites de los partidos mayoritarios. Una fortaleza de poder, que ahora vemos en su versión paraguaya.
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