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Homenaje a Don Arturo Jauretche a 40 años de su partida
Sin dudas 1974 fue un año bisagra de la historia argentina.
Para quienes adscribimos al Pensamiento Nacional, fue un año de varias pérdidas.
Comenzando por el líder del movimiento nacional y popular, Juan Domingo Perón,
pasando por dos de sus mejores pensadores, Arturo Jauretche y Juan José
Hernández Arregui, sin olvidar a militantes de la talla de Rodolfo Ortega Peña,
Julio Troxler, y el Padre Mugica.
Hoy quiero hacer foco en el más importante pensador argentino del Siglo XX,
de quien se cumplen 40 años de su desaparición física. Don Arturo Jauretche.
El hombre que empezó hablando durante la década infame desde una tarima
a un puñado de personas, y se convirtió en un referente y guía de varias
generaciones de argentinos, que abrazan la causa del pensamiento nacional.
Denunció la dependencia con Inglaterra durante la década infame, combatió
el pacto Roca-Runciman, fue el mejor presidente de la historia del Banco
Provincia, poniéndolo al servicio de la producción y el trabajo, predijo la entrega
de la fusiladora en El Plan Prebisch, y también se anticipó más de medio siglo
al debate por la Ley de Medios en Los Profetas del Odio.
Tal vez, fue más grande luego durante la Resistencia a partir de sus escritos,
que todo lo que ya lo había sido hasta 1955 poniendo el cuerpo por la causa de lo
nacional.
Nos enseñó que en los niveles primario y secundario de nuestra educación
nos mintieron deliberadamente la historia. Basta recorrer el Manual de
Zonceras Argentinas, un libro que debería ser de lectura obligatoria en los
todos los colegios secundarios del país.
Nos confirmó hacia dónde mirar en la búsqueda de la verdad histórica en
Política Nacional y Revisionismo Histórico de donde se extraen algunas líneas que
se transcribirán luego, aunque podría publicarse todo el libro, porque no tiene
desperdicio.
Y también nos mostró cómo es y/o gusta de ser, esa parte de la sociedad que
sólo mira ombligos. El suyo y el de los otros, sin mirar más allá para
sentirse parte del pueblo al cual, a su gusto o no, pertenecen.
Ese tratado de Sociología que es el Manual de Zonceras Argentinas es de los
libros que deben leerse cada dos o tres años como mucho.
Y ya era el tío o abuelo piola que todos quisimos tener, cuando poco antes
de dejarnos publicó “de pantalones cortos” que es uno de los mejores retratos
de la pampa húmeda del centenario que se podrán encontrar.
Fue uno de los más claros pensadores nacionales y un verdadero (si no el mejor)
revolucionario del siglo XX. Porque antes de llegar a ser todo lo que fue, cuando
aún no era don, Arturo Jauretche fue un revolucionario.
Primero con la espada, en Paso de Los Libres (historia que volcó en su libro homónimo)
y luego también en la función pública.
Y por entender precisamente de revoluciones, predijo sin dolor, y asumió luego con
hidalguía, que el peronismo, la versión política más acabada de la causa nacional y
amente las revoluciones. Y fue leal a la causa, poniendo a la Patria y al Movimiento
por delante de sus intereses personales.
Don Arturo Jauretche fue un verdadero patriota. Un PROCER de verdad.
Y como tal, se nos fue hace ya 40 años, un 25 de mayo de 1974, en el día de la
Patria. No merecía menos homenaje.
Vaya este sentido recuerdo de parte de un lector comprometido con el pensamiento
nacional y el revisionismo histórico, que como se habrá notado, tiene a Jauretche como
autor de cabecera.
Sin dudas 1974 fue un año bisagra de la historia argentina.
Para quienes adscribimos al Pensamiento Nacional, fue un año de varias pérdidas.
Comenzando por el líder del movimiento nacional y popular, Juan Domingo Perón,
pasando por dos de sus mejores pensadores, Arturo Jauretche y Juan José
Hernández Arregui, sin olvidar a militantes de la talla de Rodolfo Ortega Peña,
Julio Troxler, y el Padre Mugica.
Hoy quiero hacer foco en el más importante pensador argentino del Siglo XX,
de quien se cumplen 40 años de su desaparición física. Don Arturo Jauretche.
El hombre que empezó hablando durante la década infame desde una tarima
a un puñado de personas, y se convirtió en un referente y guía de varias
generaciones de argentinos, que abrazan la causa del pensamiento nacional.
Denunció la dependencia con Inglaterra durante la década infame, combatió
el pacto Roca-Runciman, fue el mejor presidente de la historia del Banco
Provincia, poniéndolo al servicio de la producción y el trabajo, predijo la entrega
de la fusiladora en El Plan Prebisch, y también se anticipó más de medio siglo
al debate por la Ley de Medios en Los Profetas del Odio.
Tal vez, fue más grande luego durante la Resistencia a partir de sus escritos,
que todo lo que ya lo había sido hasta 1955 poniendo el cuerpo por la causa de lo
nacional.
Nos enseñó que en los niveles primario y secundario de nuestra educación
nos mintieron deliberadamente la historia. Basta recorrer el Manual de
Zonceras Argentinas, un libro que debería ser de lectura obligatoria en los
todos los colegios secundarios del país.
Nos confirmó hacia dónde mirar en la búsqueda de la verdad histórica en
Política Nacional y Revisionismo Histórico de donde se extraen algunas líneas que
se transcribirán luego, aunque podría publicarse todo el libro, porque no tiene
desperdicio.
Y también nos mostró cómo es y/o gusta de ser, esa parte de la sociedad que
sólo mira ombligos. El suyo y el de los otros, sin mirar más allá para
sentirse parte del pueblo al cual, a su gusto o no, pertenecen.
Ese tratado de Sociología que es el Manual de Zonceras Argentinas es de los
libros que deben leerse cada dos o tres años como mucho.
Y ya era el tío o abuelo piola que todos quisimos tener, cuando poco antes
de dejarnos publicó “de pantalones cortos” que es uno de los mejores retratos
de la pampa húmeda del centenario que se podrán encontrar.
Fue uno de los más claros pensadores nacionales y un verdadero (si no el mejor)
revolucionario del siglo XX. Porque antes de llegar a ser todo lo que fue, cuando
aún no era don, Arturo Jauretche fue un revolucionario.
Primero con la espada, en Paso de Los Libres (historia que volcó en su libro homónimo)
y luego también en la función pública.
Y por entender precisamente de revoluciones, predijo sin dolor, y asumió luego con
hidalguía, que el peronismo, la versión política más acabada de la causa nacional y
amente las revoluciones. Y fue leal a la causa, poniendo a la Patria y al Movimiento
por delante de sus intereses personales.
Don Arturo Jauretche fue un verdadero patriota. Un PROCER de verdad.
Y como tal, se nos fue hace ya 40 años, un 25 de mayo de 1974, en el día de la
Patria. No merecía menos homenaje.
Vaya este sentido recuerdo de parte de un lector comprometido con el pensamiento
nacional y el revisionismo histórico, que como se habrá notado, tiene a Jauretche como
autor de cabecera.
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