Quien quiera oír, que oiga
Los actos de celebración del 10 de diciembre tuvieron múltiples significados y motivos. En todos ellos, como elemento común, estaban los festejos por la democracia y la expresión inclaudicable del pueblo argentino por la defensa y sostén de la democracia que tanto costó recuperar.
La democracia es pueblo en acción, es participación ciudadana. Hubo sectores que reclamaron al pueblo que no celebre sus conquistas, sus derechos adquiridos. Es claro que hay quienes no tienen nada para celebrar, que prefieren otros sistemas de gobierno. Citando a la presidenta, sería bueno que se quiten el disfraz de cordero. Por supuesto, no me refiero a la dirigencia del partido radical que emitió un comunicado en el que sostenía: "Los sucesos que estamos viviendo en estos días aconsejan suspender los festejos programados para hoy por el gobierno nacional". Pero claramente no son los sucesos los que le reclaman al pueblo claudicar ante las extorsiones de reducidos pero nocivos cuerpos extraños a la democracia. En mi opinión, al igual que durante el gobierno del Dr. Alfonsín, las afrentas al orden institucional se defienden con la voz popular no con el silencio o el aislamiento parecidos a la abdicación. La respuesta es con todos en la calle, no encerrados. También fue un acto de solidaridad con quienes sufrieron el vandalismo y el condigno repudio a sus autores, cómplices e instigadores.
Las expresiones de Ocaña, que tildó una fiesta de los argentinos como acto partidario, no merecen otra respuesta que la contundencia de los hechos. Se trató de una convocatoria absolutamente plural. Incluyó el homenaje rendido a Joan Manuel Serrat, a quien se le entregó el premio Azucena Villaflor. En cuanto a los comentarios de la diputada Carrió: "Algo muy raro está ocurriendo", en alusión no ya a los acuartelamientos, no ya a los saqueos sino a los festejos de un pueblo, merece mi desacuerdo. A quienes nos regalan miedo para vendernos seguridad, solo puede respondérseles con alegría militante, voluntad y convicción, con avance, no con retroceso, con valentía no con temor. Es imperioso demostrarles a todos los actores e instituciones que Nunca Más se admitirán alteraciones del orden democrático. Enarbolamos el Nunca Menos. Esas cúpulas de las policías provinciales que responden a intereses no declarados, que generan "zonas liberadas para el delito", también deben sujetarse a las reglas y a las sanciones del estado de derecho.
Hoy vemos que "redes sociales" amenazan con nuevos saqueos, que surgen como hongos con la peregrina idea del regreso al pasado, sin advertir que hoy nuestra Patria no es ni lejos, la de diciembre de 2001. En cuanto a los reclamos sindicales por reajustes salariales o bonos, son legítimos en la medida que se dan dentro de la ley y con sentido de oportunidad. Por supuesto que los dirigentes gremiales saben que hay quienes quieren usarlos para crear clima de zozobra. Son buenas las manifestaciones de los mismos dirigentes en el sentido de pasar las fiestas en paz y no ser utilizados. También es bueno que se cumpla el rol del Estado y que la autoridad laboral agote recursos para lograr acuerdos. Para eso, están los procedimientos previstos por la ley.
Sin embargo, el 2001 al que nos quieren hacer regresar ciertas dirigencias empresariales dueñas de algunas corporaciones industriales, agropecuarias y mediáticas no pertenece al pasado, no está muerto ni enterrado definitivamente. Costó mucho salir de ese infierno para que el pueblo lo olvide fácilmente y sería muy útil que la dirigencia política, social e institucional asuman la responsabilidad junto a la militancia popular de impedir esa vuelta al pasado. Tenemos memoria y reservas suficientes para imponer un clima de paz y buena convivencia para estas fiestas.
No creemos en los contagios. Los vandálicos hechos y las actitudes extorsivas son virus cuidadosamente inoculados que encuentran su antídoto en las manifestaciones populares que se buscaron impedir. El pueblo argentino ha sabido salir del infierno, y transita hoy las vías que le permitirán la búsqueda de la felicidad. Quien quiera oír, que oiga.
Las expresiones de Ocaña, que tildó una fiesta de los argentinos como acto partidario, no merecen otra respuesta que la contundencia de los hechos. Se trató de una convocatoria absolutamente plural. Incluyó el homenaje rendido a Joan Manuel Serrat, a quien se le entregó el premio Azucena Villaflor. En cuanto a los comentarios de la diputada Carrió: "Algo muy raro está ocurriendo", en alusión no ya a los acuartelamientos, no ya a los saqueos sino a los festejos de un pueblo, merece mi desacuerdo. A quienes nos regalan miedo para vendernos seguridad, solo puede respondérseles con alegría militante, voluntad y convicción, con avance, no con retroceso, con valentía no con temor. Es imperioso demostrarles a todos los actores e instituciones que Nunca Más se admitirán alteraciones del orden democrático. Enarbolamos el Nunca Menos. Esas cúpulas de las policías provinciales que responden a intereses no declarados, que generan "zonas liberadas para el delito", también deben sujetarse a las reglas y a las sanciones del estado de derecho.
Hoy vemos que "redes sociales" amenazan con nuevos saqueos, que surgen como hongos con la peregrina idea del regreso al pasado, sin advertir que hoy nuestra Patria no es ni lejos, la de diciembre de 2001. En cuanto a los reclamos sindicales por reajustes salariales o bonos, son legítimos en la medida que se dan dentro de la ley y con sentido de oportunidad. Por supuesto que los dirigentes gremiales saben que hay quienes quieren usarlos para crear clima de zozobra. Son buenas las manifestaciones de los mismos dirigentes en el sentido de pasar las fiestas en paz y no ser utilizados. También es bueno que se cumpla el rol del Estado y que la autoridad laboral agote recursos para lograr acuerdos. Para eso, están los procedimientos previstos por la ley.
Sin embargo, el 2001 al que nos quieren hacer regresar ciertas dirigencias empresariales dueñas de algunas corporaciones industriales, agropecuarias y mediáticas no pertenece al pasado, no está muerto ni enterrado definitivamente. Costó mucho salir de ese infierno para que el pueblo lo olvide fácilmente y sería muy útil que la dirigencia política, social e institucional asuman la responsabilidad junto a la militancia popular de impedir esa vuelta al pasado. Tenemos memoria y reservas suficientes para imponer un clima de paz y buena convivencia para estas fiestas.
No creemos en los contagios. Los vandálicos hechos y las actitudes extorsivas son virus cuidadosamente inoculados que encuentran su antídoto en las manifestaciones populares que se buscaron impedir. El pueblo argentino ha sabido salir del infierno, y transita hoy las vías que le permitirán la búsqueda de la felicidad. Quien quiera oír, que oiga.
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