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Hoy nos quisieron hacer una manganeta en el supermercado chino que gracias a que la Señora Watson tenía los ojos “achinados” por una rara conjuntivitis y le hacía ver la realidad en “código oriental”, pudimos descubrir y detectar a tiempo.
Fue así: la Señora Watson me pidió que la acompañe al chino a comprar queso para la pizza ya que ese día cumplía años Pino, uno de sus nuevos compañeros en el centro de Jubilados y lo quería agasajar.
Yo le sugerí ir al Carrefour pero ella fue concluyente: “Ayer estuve haciendo taichí en el parque Centenario y tengo las piernas hechas percha… acompañame al chino que está de toque”.
Ni bien salimos a la calle, nos sorprendió encontrarnos a los mismísimos José Carrefour, Alfredo Coto, Roberto Vea y Marcelo Wal-Mart liderando una marcha en silencio.
La Señora Watson no se pudo contener y los consultó por qué era la marcha. José Carrefour respondió: “Decidimos hacer una marcha del silencio para que bajen los precios”. La Señora Watson repreguntó absorta: “¿Pero no son justamente ustedes los que suben los precios arbitrariamente metiéndonos la mano en el bolsillo cada vez que vamos al supermercado?”.
Ahí nomás José Carrefour y sus compañeros se victimizaron y se limitaron a decir: “esta es una marcha del silencio, por lo que no puedo responderle”. Roberto Vea, que estaba cerca, lo agarró de la mano y dijo: “No le hables, son los violentos de siempre. El silencio es salud”. Y los cuatro siguieron con su marcha incomprensible acompañados de algunos dirigentes políticos que se ve que hace tiempo no pisan un supermercado.
Ya en el chino todo se volvió más confuso. Primero pensamos que las canciones melosas orientales que sonaban por los parlantes estaban teniendo un efecto extraño en nosotros, pero pronto descubrimos que no: eran las montañas de precios pegados unos encima de otros y carteles por todos lados con ofertas ficticias superpuestas que hacían imposible saber cuánto costaba realmente un producto.
La señora Watson comenzó a sacar algunos tickets que estaban apilados unos encima de otros pero se reproducían hasta el infinito. La Señora Watson exclamó: “Pensaba que era solo un mito… ¡¡¡Pero la leyenda del ticket chino que se auto remarca es cierto!!!”.
Seguimos intentando media hora más, pero por cada ticket que despegábamos debajo aparecía otro y con un valor mayor: la mayonesa terminó valiendo $450 y siempre junto al cartel de OFERTA!!!
Estábamos perdidos en esa maraña de carteles cuando la Señora Watson aplicó sus habilidades de Taichí, entró en el estado trascendental “Precios Cuidados” y como un Keanu Reeves que puede ver la Matrix, encontró el queso que buscaba.
Sin perder tiempo nos dirigimos a la caja. En el camino nos encontramos con Sergio Massa que encaró a la señora Watson: “¿De dónde son?”.
La Señora Watson, para divertirse, le dijo que era China, por lo que Massa achinó sus ojos, saludó inclinándose hacia adelante y empezó: “Hola señola!!! Soy Selgio BLUCE LEE Massa y le quielo hablal a ustel que tajaí cuilando la mulalla china de los crispadores Mongoles…”.
Apremiados por el tiempo nos escapamos por la góndola de los lácteos mientras escuchábamos que Sergio Massa seguía hablando pestes de los las hordas de Mongoles, de Gengis Kan y por qué debíamos votarlo a él para detenerlo.
Ya en la caja le dimos el queso a la cajera pero se nos cayó la mandíbula al suelo cuando vimos que nos quería cobrar $80,25!!! La señora Watson, aún en estado Matrix, la encaró: “Perdón pero este queso tiene que estar $51, está en Precios Cuidados… y vos me lo querés cobrar $31 más!? Yo no sé que le hicieron los Mongoles, pero nosotros no tenemos la culpa…”.
La cajera claramente fingió que “hablaba poquitito español”, y se limitó a subrayar: “Tenemos muy poquitito plecios cuilados”. Indignada, la Señora Watson le dejó el queso y lo fuimos a comprar al Carrefour a pesar de que sus piernas estaban hechas percha por el Taichí. Allí, efectivamente, lo tenían a $51.36.
Ya de regreso a la casa, nos cruzamos con la Marcha del Silencio de los supermercadistas que seguían implorando que por favor alguien baje los precios en los supermercados. Indignado, quise decirles algo, pero la Señora Watson, aún en estado Matrix, me detuvo y me dijo: “tranquilo, ante semejante ridiculez es necesario mantener la calma; ya vamos a tener nuestra jugada de gol… además se nos hace tarde y hay que hacer las pizzas para Pino, pobrecito, desde que Lilita lo cambió por Mauri así nomás está inconsolable”.
Cuando nos íbamos nos pareció ver a Lagomarsino sacando fotos pero debe haber sido solo eso, sí, probablemente solo nos pareció.
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