enlace a la nota:
¿Felices los pobres?
La historia de terror no empieza hoy, sin ninguna duda, es una saga que hace dos meses proyectan en continuado y parece que va para largo.
La euforia inicial por el Papa argentino que experimentó la clase oligarca y varios esperanzados genocidas, pronto se disipó ante los discursos progresistas y anticapitalistas del sumo pontífice. Sus expresiones en contra del capital - más peronistas que conservadoras - descolocaron al chupasirios promedio y lo hicieron renegar prontamente de esa figura populista y peligrosa.
Pero lo imperdonable, lo que encendió la furia desmedida del cacerolero serial y del periodismo cipayo fueron las reiteradas ocasiones en que Francisco recibió a Cristina. El aberrante hecho mereció el repudio airado de la rancia oligarquía local, los besacruces hipócritas que observaban con asombro como el santo padre se parecía más a esos curitas tercermundistas desprolijos y subversivos que a los ejemplares obispos europeos que con tanto espíritu cristiano condujeron los destinos de la poderosa Iglesia.
Hubo extensas y absurdas editoriales en diarios a los que les interesa el país, ridículas cartas de periodistas de la dictadura, retos de políticos con ganas de ganarse la caricia de Magnetto y otras declaraciones que incursionaron exitosamente en la estupidez como las de Elisa Carrió que "amenazó" con no ir más a Roma o la profunda y preparada periodista experta en temas de política internacional, Pamela David, que anunció su alejamiento de la Iglesia si Francisco persistía en su actitud caprichosa e imperdonable.
Lo real es que durante los últimos años Francisco recibió alegremente a una presidenta, la de su país, y ahora recibe a un emisario de los bancos, un manso entregador de nuestra soberanía y un títere antipopular que detesta a los pobres - no a la pobreza - y que en dos meses de desgobierno ha hecho todo lo contrario a lo que Francisco reclama, no solo para la Argentina sino para el mundo.
La euforia inicial por el Papa argentino que experimentó la clase oligarca y varios esperanzados genocidas, pronto se disipó ante los discursos progresistas y anticapitalistas del sumo pontífice. Sus expresiones en contra del capital - más peronistas que conservadoras - descolocaron al chupasirios promedio y lo hicieron renegar prontamente de esa figura populista y peligrosa.
Pero lo imperdonable, lo que encendió la furia desmedida del cacerolero serial y del periodismo cipayo fueron las reiteradas ocasiones en que Francisco recibió a Cristina. El aberrante hecho mereció el repudio airado de la rancia oligarquía local, los besacruces hipócritas que observaban con asombro como el santo padre se parecía más a esos curitas tercermundistas desprolijos y subversivos que a los ejemplares obispos europeos que con tanto espíritu cristiano condujeron los destinos de la poderosa Iglesia.
Hubo extensas y absurdas editoriales en diarios a los que les interesa el país, ridículas cartas de periodistas de la dictadura, retos de políticos con ganas de ganarse la caricia de Magnetto y otras declaraciones que incursionaron exitosamente en la estupidez como las de Elisa Carrió que "amenazó" con no ir más a Roma o la profunda y preparada periodista experta en temas de política internacional, Pamela David, que anunció su alejamiento de la Iglesia si Francisco persistía en su actitud caprichosa e imperdonable.
Lo real es que durante los últimos años Francisco recibió alegremente a una presidenta, la de su país, y ahora recibe a un emisario de los bancos, un manso entregador de nuestra soberanía y un títere antipopular que detesta a los pobres - no a la pobreza - y que en dos meses de desgobierno ha hecho todo lo contrario a lo que Francisco reclama, no solo para la Argentina sino para el mundo.
Con sólo ver las imágenes del protocolar encuentro de hoy en el Vaticano sobra para reconocer la incomodidad de un hombre de fe frente a un visitante del infierno, pero el agua bendita le quemará la frente y las palabras del Papa buscarán el alma ausente del engendro para reclamarle por la paz y por el trabajo, por los ajustes a los más humildes y los beneficios a los potentados, le hablará de la represión y los maltratos, de la libertad de expresión amordazada y de Milagro Sala encarcelada mientras anda suelto Barrabás.
Habrá que ver si surte efecto el exorcismo, yo no tengo tanta fe.
...alejandro ippolito...
No hay comentarios:
Publicar un comentario