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martes, 14 de junio de 2011

Escenarios - Una opción que explica la debacle opositora - Dentro o fuera de la ronda - La reacción derechista argentina organizó una violenta y desesperada ofensiva contra las Madres de Plaza de Mayo.- El objetivo: deslegitimar a uno de los símbolos de la democracia para socavar las bases del proyecto político conducido por Cristina Fernández. - APAS analiza las razones de una nueva derrota de las corporaciones.

Por Ernesto Espeche* | Desde Mendoza, Argentina
11|06|2011
Los movimientos espasmódicos de la oposición argentina son, a estas alturas del escenario electoral, torpes, previsibles y poco eficaces. Las posibilidades concretas de incidir en las opiniones mayoritarias se acotan en la misma medida en que se ensancha el apoyo popular que recibe el gobierno nacional.

Ese es el marco de una nueva operación articulada –como suele suceder- desde las empresas mediáticas de mayor concentración. Clarín, Perfil y La Nación pusieron todas sus fichas en una misma dirección: atacar a las Madres de Plaza de Mayo y golpear al Ejecutivo.

La jugada pudo advertirse desde el comienzo. Primero denunciaron supuestas maniobras de corrupción en las que habría incurrido el apoderado del emprendimiento solidario “Sueños Compartidos”, Sergio Schocklender, quien desde hace años se desempeñaba en la Fundación ligada a Madres de Plaza de Mayo. Luego advirtieron que la titular de la Asociación, Hebe de Bonafini, no podía desconocer los detalles del manejo contable del proyecto. Finalmente, la historia cerraba con el señalamiento de las fluidas relaciones entre el organismo de derechos humanos y el gobierno nacional. La operación debía, entonces, generar una sensación de evidente complicidad institucional alrededor de un hecho de dimensiones “escandalosas”.

Se trata de una fórmula repetida: una operativo similar su puso en marcha poco tiempo atrás. En aquella ocasión, el centro del ataque fue el líder de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano. Uno de los mecanismos usados en estos y otros casos consiste en transferir a un caso específico las valoraciones negativas que esos mismos medios vienen construyendo alrededor de figuras cercanas al Ejecutivo Nacional. La verosimilitud de las denuncias radicaría, según el razonamiento opositor, en determinados perfiles “polémicos” y “confrontativos”, aspectos de una cultura política asociada a una modalidad que sería intrínseca a la gestión presidencial. Así, la efectividad de la maniobra estaría dada en que los títulos que enuncian los hechos sean socialmente aceptados como posibles.

Sin embargo, las manifestaciones de apoyo colectivo a la organización fueron contundentes. Bajo la consigna “Si tocan a las Madres nos tocan a todos” se movilizaron miles de personas en todo el país. Incluso, las primeras encuestas de opinión pública luego de iniciado el operativo contra Bonafini indican que las Madres aparecen como víctimas y no como victimarias de los supuestos hechos perpetrados por Shocklender. La imagen presidencial, a todo esto, se mantiene en alza y con un inédito índice de intención de votos.

Otro mecanismo presente en campañas similares consiste en montar repercusiones que obliguen a un distanciamiento de todo arco dirigencial respecto de las personas e instituciones involucradas. La división del bloque de apoyo al proyecto nacional y la diferenciación inmediata de cualquier actitud turbia sería, de acuerdo a esa lógica, una esperable reacción tendiente a la preservación y el resguardo. El instinto individual a no quedar “pegados” o “enlodados” por las denuncias efectuadas contribuiría a la eficacia de la operación. Incluso, puede especularse con una serie de declaraciones oficiales que alimenten esas divisiones.

Así fue como se presentaron con real malicia las palabras del conjunto de los organismos de derechos humanos, particularmente en los casos de Estela de Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo, y de Tati Almeyda, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. La corporación echó mano a las históricas diferencias de ambas dirigentes con Hebe de Bonafini para sembrar una hipotética nueva ruptura al interior del movimiento. En verdad,el conjunto de los organismos se reagrupó tras el apoyo a las políticas oficiales desde 2003 y, ancados en esas definiciones estratégicas, superaron matices anteriores. Fue así que no se pronunció ningún testimonio acusatorio por parte de los organismos. Una vez más se puso de manifiesto la madurez política de uno de los actores con mayor incidencia en la vida nacional. El límite es, está claro, la funcionalidad a las maniobras de quienes fueron parte del régimen genocida y hoy intentan minar los avances producidos en materia de memoria, verdad y justicia.

La reacción de los funcionarios del gobierno nacional fue acertada. Se manifestó unfuerte respaldo a la figura de las Madres como estandarte de la democracia moderna en Argentina y como ejemplo ético de lucha y resistencia. Por lo demás, se manifestó desde el Ejecutivo una correcta autonomía de las investigaciones judiciales en torno a las actuaciones de Shocklender. En cambio, los precandidatos opositores a la presidencia Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde se subieron al montaje y demostraron, de este modo, la escuálida expectativa electoral que representan.

Luego del operativo derechista contra las Madres y el gobierno nacional quedan flotando una serie de interrogantes: ¿Cuál será el próximo blanco de los ataques opositores? ¿Qué efectividad relativa pueden tener estos intentos?

Queda claro, sin embargo, que los medios de comunicación ocupan hoy un rol articulador de las estrategias del bloque oponente; que la brutalidad con la que se despliegan esos mecanismos –no se puede ir contra las Madres en Argentina- les ha restado impacto social; y que la repolitización del tejido social puede pensarse como una de esas tantas vacunas que se incorporaron al calendario sanitario, en tanto ha generado potentes anticuerpos para resistir los embates de una minoría que no se resigna a perder espacios de poder. La derecha –todo un síntoma de decadencia- se repite en su torpeza discursiva y en su incapacidad de comprender un fenómeno que la pone entre las cuerdas.

*El autor es subdirector de APAS, doctor en Comunicacion de la UNLP, director de Radio Nacional Mendoza y de la carrera de Comunicación Social de la UNCuyo.

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