Por Andrés Bermúdez Liévano | China Files
Las relaciones comerciales entre China y América latina vienen creciendo en forma sostenida desde hace 20 años y han sido las únicas que se incrementaron a un ritmo del 25% en los últimos cinco. El país asiático podría superar a la Unión Europea como segundo destino de las exportaciones latinoamericanas en 2014 y como segundo proveedor en 2015, según proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Pekín ya es el primer socio comercial de Chile y Brasil, y el segundo para la Argentina, Costa Rica y Perú. Del otro lado, la región se ha convertido en el quinto socio comercial de China y posiblemente en el futuro desplazará a Corea del Sur de la cuarta posición.
China conoce la importancia de la región en su agenda y políticamente siempre busca hablar de América latina en conjunto. Una prueba de esto es la Cumbre China-América latina, la principal reunión de negocios entre las dos regiones que organiza todos los años el Consejo Chino para la Promoción del Comercio Exterior. Esta semana abrirá la quinta edición de la cumbre en Lima, que busca explorar oportunidades de inversión en energía, agricultura o infraestructura, e incluso negocios en torno a la Copa del Mundo de Brasil en 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Y aunque se espera que asistan unas 400 empresas chinas estatales y privadas, dos terceras partes de las firmas latinoamericanas registradas son peruanas. Algo similar ocurrió hace dos años en Bogotá y hace cuatro, en Santiago, Chile, cuando la mayoría de participantes eran corporaciones colombianas o chilenas, respectivamente.
Esto demuestra que América latina aún no aprovecha el rol y la influencia que podría tener si negocia en bloque. Individualmente, cada país no pesa mucho en la ecuación, pero al mirar los números regionales el panorama cambia. "Los países latinoamericanos debemos tener la capacidad de negociar conjuntamente", afirma Enrique Dussel, director del Centro de Estudios China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México. "Si nos toman a cada país por separado vamos a terminar mal", añade.
Los productos latinoamericanos representan sólo el 6% de las compras chinas y el intercambio depende en gran medida de su demanda de materias primas minerales, agrícolas y energéticas. Varios países tienen déficit en su balanza comercial con Pekín, algo que podría atenuarse con una diversificación en las exportaciones y un impulso en los productos con valor agregado.
La inversión directa de Pekín en la región aún es mínima, con la excepción de las que fueron a Brasil, y el 90% se concentra en el sector minero, según la Cepal. "Ante el creciente interés chino por acceder a tierras y materias primas, sería conveniente sentarse y establecer un marco común para lidiar con los aspectos sensibles de la inversión agrícola", señala Matt Ferchen, especialista en América latina de la Universidad Tsinghua.
Para Dussel, las agendas de los gobiernos deberían superar los temas económicos. "Aún no tenemos infraestructura portuaria adecuada para hacer frente al creciente comercio con China", señala el investigador mexicano, añadiendo que se requieren respuestas multilaterales que beneficien a todas las partes. En eso coincide el embajador de Ecuador en Pekín, Leonardo Arízaga: "Tenemos que trabajar juntos en el tema logístico, para, al unirnos, abaratar costos". Hay consenso entre los gobiernos en que la región tiene más peso unida, pero todavía cada uno gestiona por cuenta..
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