Macri se quedó sin fraude electrónico

    La reforma electoral era uno de los proyectos más ansiados por la Casa Rosada de cara a las legislativas del año que viene, aunque murió en el Senado tras una reunión de gobernadores con el bloque del PJ-FpV. “Primó la cordura”, dijo la especialista Beatriz Busaniche. Contexto también habló con el senador Marcelo Fuentes.
     

    Por Fernando M. López

    A contramano del mundo, Cambiemos había logrado avanzar en Diputados con su proyecto de Boleta Única Electrónica, un sistema vulnerable al fraude, que limita todo control ciudadano y atenta contra el secreto del sufragio. Pero en la Cámara Alta, donde la oposición tiene mayoría para imponerse, ni siquiera pudo llegar al recinto para ser puesto a votación.
    El rechazo a la reforma del presidente Mauricio Macri se conoció luego de una reunión realizada ayer entre representantes de diez provincias y el bloque de senadores del PJ-FpV. Allí se concluyó sobre la imposibilidad de apoyar una iniciativa que no cuenta con el aval de ningún experto informático y genera fuertes controversias entre las propias autoridades electorales.
    El senador Marcelo Fuentes, que encabezó los plenarios de comisión por donde pasaron distintos especialistas independientes, del CONICET y de Universidades de todo el país, explicó a Contexto que se demostraron de manera “muy convincente” las vulnerabilidades que tiene el sistema de votación electrónica.
    “En una elección, donde hay un empoderamiento del ciudadano que vota, la intermediación a través de máquinas pone en riesgo el control del acto. Miembros de la Cámara Nacional Electoral, jueces como María Servini de Cubría y el presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires (Luis Lozano), nos manifestaron que ellos no entendían esta tecnología. Es decir, no se puede reproducir un sistema en el cual los encargados de controlarlo tendrían que recurrir a terceros, que son técnicos, como garantía de transparencia”, remarcó el legislador.
    Fuentes también cuestionó la “premura y liviandad” del oficialismo a la hora de tratar de sancionar una reforma electoral con más agujeros e incertidumbres que certezas: “Si existen dificultades con el sistema actual, discutamos para corregirlas, pero no es posible someterse a algo que no conocemos más allá de experiencias parciales. En este proyecto no había un plan B. Y si el sistema colapsaba, ¿qué hacíamos?, ¿suspendíamos las elecciones? Además, en el mejor de los casos se necesitaban noventa mil informáticos, uno por cada mesa electoral. En este momento no es oportuno. Hoy la preocupación de la ciudadanía no es el sistema de votación, sino llegar a fin de mes. Hay otros temas que deben ocupar toda nuestra energía”.
    Los gobernadores que se reunieron con el bloque del PJ-FpV fueron Gildo Insfrán (Formosa), Carlos Verna (La Pampa), Sergio Uñac (San Juan), Sergio Casas (La Rioja), Lucía Corpacci (Catamarca), Roxana Bertone (Tierra del Fuego) y Gustavo Bordet (Entre Ríos). En tanto, por Santa Cruz participó el vicegobernador Pablo González; por Santiago del Estero, el vice José Neder; y por Chaco, el secretario Héctor Horacio Rey.
    “Las Administraciones provinciales nos plantearon que tienen otras urgencias antes de discutir una reforma electoral. Muchas no llegan a fin de año porque el Ejecutivo se maneja con discrecionalidad al distribuir las partidas: transferencias sin límite a la provincia de Jujuy, mientras que a Catamarca se le dan 200 millones de pesos con la condición de devolverlos en dos meses”, ejemplificó Fuentes.

    Una tecnología obsoleta

    Son muy pocos los países que usan el voto electrónico. Se pueden contar con los dedos de las manos: India, Brasil, Venezuela, Estonia, Filipinas, Bélgica y Estados Unidos, los cuatro últimos de manera parcial.
    Como Holanda o Alemania, que lo declaró inconstitucional hace ya siete años, Bélgica va dejándolo paulatinamente de lado luego de una falla informática que en 2014 obligó a anular más de dos mil votos. En los últimos comicios presidenciales de Estados Unidos se denunciaron graves fallas en las máquinas de votación, que en muchos casos dejaban de funcionar o, incluso, marcaban el candidato opuesto al que había seleccionado el elector. A diecisiete días del triunfo de Donald Trump, todavía se siguen contando sufragios y cada vez hay más dudas sobre quién ganó realmente la elección.
    De todos modos, el macrismo continúa insistiendo en que el sistema es “transparente, moderno y confiable”. Para que la iniciativa avanzara en la Cámara Baja, contra la opinión de todos los expertos en la materia, presionó a propios y aliados.
    “Por suerte, en el Senado primó la cordura. La reforma electoral, tal como estaba planteada, tenía unos niveles de irresponsabilidad abrumadores. Se le estaba dando un cheque en blanco al Poder Ejecutivo, ya que el proyecto de ley no definía de manera clara las características centrales que iba a tener el sistema”, señaló a este diario Beatriz Busaniche, presidenta de la Fundación Vía Libre.
    La experta, que expuso varias veces sobre el tema ante las comisiones del Congreso, consideró que era imposible auditar y homologar el sistema de la Boleta Única Electrónica antes de las primarias de agosto, como pretendía la Casa Rosada, y que “se dejaba en una situación de vulnerabilidad la capacidad de velar por el secreto del sufragio”.
    “Si la Cámara Electoral encontraba vulnerabilidades como las que encontramos nosotros y decidía que el sistema no estaba lo suficientemente maduro, la única alternativa era cancelar las elecciones. ¿Quién iba a asumir el costo político de haber invertido cientos de millones de dólares en el nuevo sistema para después no usarlo?”, se preguntó.

    Cuestión de dignidad

    Al comparar los procesos que se dieron en el Congreso, Busaniche sostuvo que “el Senado tuvo un rol mucho más digno que Diputados”, donde el oficialismo “no pudo rebatir ninguna de las objeciones planteadas por los especialistas” y basó su defensa de la ley “frases sueltas carentes de todo fundamento”.
    “Lejos de escuchar nuestras advertencias, diputados del PRO como Pablo Tonelli o Marcelo Wechsler nos tildaron de ‘ilusionistas’. Llamaron ‘ilusionismo’ a una demostración matemática de doctores en Ciencias de la Computación de la UBA e investigadores del CONICET, personas que tienen extensas trayectorias en el campo. Han generado un gran enojo en la comunidad académica”, subrayó.
    La presidenta de la Fundación Vía Libre también reveló que hubo legisladores del interbloque Cambiemos, como la radical Karina Banfi, que en privado se mostraban “preocupados” por las consecuencias de la reforma, pero “luego votaron al estilo de una escribanía con loas al proyecto”.
    “El oficialismo perdió una oportunidad histórica de hacer una reforma electoral en serio. Pudo haber dado una buena discusión, haber ido hacia la boleta única en papel, buscar la forma de incorporar tecnología que nos ayude en el conteo o en alguna otra instancia. Sin embargo, decidió ir a todo o nada por el voto electrónico. Y se quedó sin nada”, concluyó Busaniche.