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martes, 17 de abril de 2012

La nacionalización de YPF es una de las decisiones más trascendentes que todo presidente tenía en el tintero. Cristina avanzó donde Kirchner frenó. Con el anuncio fuerza a todo el arco político a encolumnarse detrás del Gobierno y sale por arriba del laberinto Boudou.


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Cristina retoma la iniciativa política con una decisión histórica


Por Ignacio Fidanza  |  16.04.2012 21:49:00
Cristina Kirchner tomó una de esas pocas decisiones que garantizan a los presidentes argentinos el ingreso directo en los libros de historia. La recuperación de YPF era la gran deuda pendiente, la nave insignia, el símbolo máximo de una política que se declama nacional y popular.

Así como Evo Morales tuvo su momento dorado cuando ingresó con el Ejército en los campos de gas que las multinacionales explotaban en suelo boliviano, posiblemente esta noche los sondeos que de manera permanente realiza el Gobierno, empiecen a registrar una subida fulminante de la imagen pública de la Presidenta. No es para menos.

Sólo un necio podría negar la dimensión histórica del anuncio que este mediodía realizó la Presidenta. Tan es así que todavía las agencias de noticias del mundo procesaban la información cuando Pino Solanas salió a respaldarla sin ambigüedades ni peros leguleyos. Acaso uno de los políticos que más pergaminos tiene para exhibir en esta pelea, entendió el momento. Hay tiempo para la política y hay tiempo para la historia.

Cristina se dio el gusto y avanzó allí donde su marido se detuvo. Kirchner jugueteó con la idea, pero nunca se atrevió a concretarla. Hay que decirlo, dos de las tres decisiones estructurales más trascendentes que forjó el kirchnerismo para sostener su relato, las tomó Cristina –a Kirchner le quedó el pago de la deuda al FMI-. La estatización de las AFJP y ahora de la petrolera de bandera, la que sostiene el relato mítico de Mosconi, Irigoyen y el propio Perón. La que sintoniza con Lázaro Cárdenas, la que dispara el imaginario de una Petrobrás argentina.

“Si Kirchner estuviera vivo, justo antes del final hubiera negociado, ella es distinta”, reveló a LPO un hombre que siguió de cerca las febriles negociaciones de estos meses.

La decisión la tomó Cristina en un encuentro que mantuvo meses atrás con Sebastián Eskenazi, cuando cayó en la cuenta que este año el Estado iba a tener que desembolsar al menos 8.500 millones de dólares, para importar un combustible que la principal petrolera del país no le estaba garantizando.

En ese encuentro, Cristina le ofreció a Eskenazi compartir la factura. El empresario se negó de plano y dijo que esto sólo sería posible si el Gobierno le permitía trasladar esa cuenta a precios. O sea, un tarifazo descomunal en una materia tan sensible como la energía, en medio de una inflación del 20 por ciento de piso.

Cristina se encargó en su discurso de recordar esa bronca. Didáctica explicó que YPF se había concentrado en enfocar su capacidad productiva a destilar la nafta Premium y el carísimo JP1 que consumen los aviones, dejando que el gobierno importara los combustibles de menor precio para abastecer a las industrias y el campo.

En el preciso momento que Eskenazi le dijo que no, Cristina dio por cerrada las negociaciones. Un interlocutor habitual del joven CEO se lo dijo con claridad, cuando hace unas semanas este ofreció pagar lo que le negó a la Presidenta en la cara: “Te equivocaste, ahora es tarde, ella no es como Kirchner”.

Hoy es fácil vislumbrar que no es una buena idea decirle que no a un Presidente que se supone amigo, en el momento justo en que este necesita un favor de los grandes.

Acaso la decisión de expropiar sólo la parte española de YPF no sea un favor a los Eskenazi sino todo lo contrario. Tal vez el gobierno busque en el futuro licuar su participación en la empresa -ya lo hizo con su poder de decisión, esta misma noche renunció Eskenazi- sin pagarle un peso.

Esa coyuntura fue el disparador de la decisión, ahora el gobierno podrá servirse de esos fondos y pagar la mitad de la factura energética que amenazaba un presupuesto que ya es deficitario. Pero la decisión trasciende la coyuntura y alcanza dimensión histórica.

Y las presiones desplegadas en estas semanas por el reino de España y otros actores de enorme peso internacional, terminan siendo funcionales a Cristina que suma así un insumo muy fácil de colocar en los corazones argentinos: la épica de una líder que lucha contra los colonialistas de antes y de ahora. Aquellos que vienen a tomar las riquezas del país al costo de maniatar las capacidades productivas de la Argentina.

Sin embargo, hay que reconocerle a Cristina un timing o una suerte notable. La decisión encuentra a los españoles con la guardia baja. El anuncio se produjo un día después que el rey Juan Carlos recorriera los medios del mundo con una foto horrible en la que aparece como un monarca del siglo XIX, orgulloso junto a una especia en peligro de extinción como son los elefantes africanos, en un safari que ronda los 20 mil euros de costo diario, justo cuando su país enfrenta el ajuste más doloroso de su historia con una desocupación que roza el 25 por ciento.

Si el Rey, como dijo el propio canciller español era quien le sacaba al gobierno del Partido Popular “las castañas del fuego”, cuando todo parecía fallar con esa incorregible presidenta argentina, bueno hay que reconocer que su autoridad moral ha quedado dañada.

En la chiquita, la Presidenta hizo gala además de ese equilibrio endemoniado que hace con sus funcionarios. Avanzó con el proyecto que proponía Axel Kicillof que siempre impulsó quedarse con el 51 por ciento de la compañía frente a las opciones más moderadas que enarbolaba Julio de Vido, pero puso a su ministro de Planificación como cabeza de la intervención.

Esta noche en el entorno del ministro de Planificación estaban exultantes y desde los despachos de la torre de YPF de Puerto Madero, que ocuparon como si se tratara de la conquista del Palacio de Invierto, advertían: “Ahora les vamos a demostrar a los de La Cámpora como se gestiona una empresa”. Es que el fantasma de caer en el pantano de una nueva Aerolíneas es acaso la principal preocupación del gobierno. Y por ello Cristina se cuidó de resaltar que la compañía necesitará un managment especializado y la colaboración del capital privado.

Esto en el mercado tenía por estas horas nombre y apellido: Los Bulgheroni. Con un agregado: Cristina al anunciar que abrirá la nueva YPF a capitales privados le habló a muchos de los países que podría solidarizarse con Repsol y que saben que en Nequén está el tercer yacimiento de petroleo y gas no convencional del mundo. Un tesoro interesante para sumar aliados, que ahora manejará la Casa Rosada.

En la Casa Rosada tienen muy claro que la batalla más dura que los espera será con España y acaso con la Unión Europea, pero no dejan de ser peleas funcionales al relato, partidos muchos más cómodos de jugar que la falta de yerba, la inflación o el paro de la línea 60, que confrontan al gobierno nacional y popular con los dramas cotidianos de su propia clientela política.

Y en esa pelea, esta misma noche se decidió comenzar a castigar los teléfonos de las principales empresas y bancos de capitales españoles que operan y ganan fortunas en el país –Telefónica, los bancos Santander y Francés, entre otros- para advertirles que sumarse a una cruzada ibérica en defensa de Repsol puede ser un pésimo negocio para sus propios intereses directos.

También trabajaban esta noche los operadores del Gobierno en asegurarse una mayoría parlamentaria lo más holgada posible -apuntaban a superar los dos tercios- de manera de darle a la decisión una legitimidad política que desaliente reclamos internacionales. Estrategia que le funcionó con los franceses de Aguas de Suez que desestieron de sus reclamos, luego que el Congreso convalidara la estatización de Aguas Argentinas.

En ese marco, poco le queda por hacer a la oposición, salvo esperar que baje la espuma. La búsqueda en el archivo de las contradicciones de los Kirchner en la historia de YPF no deja de ser un divertimento menor, frente a la dimensión del paso dado. Si la política fuera la historia de las coherencias casi no habría política.

En todo caso, este soleado lunes de abril del año 2012, el peronismo demostró una vez más su interminable capacidad de transformación, su condición central de partero de los grandes cambios de la historia argentina –para bien o mal según quien lo mire-, desde que irrumpió en la vida nacional en un lejano 1945.

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