15 de marzo de 2015
OPTIMISTA
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Siguiendo una lógica macabra que empieza con la desgracia de Cromañón, Macri ya lleva la delantera dejando atrás todo lo que podía conformar una oposición dividida. El heredero de su padre y de nuestras falencias, con su media lengua y su incultura, se encamina a tener la oportunidad de ser presidente, después de Cristina, su opuesto por el vértice, créase o no.
Simulando -apuesto mi cabeza- una enemistad con el padre, para que la familia pueda hacer negocios con el estado nacional sin entrar en conflictos éticos, fue escalando posiciones con un arte nacido de los talleres del marketing. Sin confrontar, usando cualquier argumento, como el último que manifiesta su apoyo al peronismo, ahora hasta cita frases de Perón.
Este individuo es capaz de justificar los gastos de campaña haciendo una cena de 500mil pesos el cubierto, donde los comensales a su vez recibirían una factura por la donación que no estarían haciendo, porque los aportes salieron de otro lado que no se puede contar. Así todos felices viven un aquelarre grandioso, todos lavando dinero negro. Aportantes que no aportan, y partido que no recibe. La fiesta inolvidable.
El futuro que le espera a la Argentina si este monigote ganara las elecciones es mucho más nefasto que el que le tocó pasar con el menemismo. Muchísimo peor.
Menem encontró un país sumergido en la hiperinflación y le encargaron la tarea sucia de remover los escombros del derrumbe intencional. Lo pusieron contra la pared y le dieron el plan de Convertibilidad para poder destruir la Argentina supérstite del peronismo desde el 55 y consolidar la que soñaron los ancestros oligarcas y sueñan sin consuelo los actuales gorilas. Mientras tanto, en los salones de la derecha neoliberal "ilustrada", se reían de su pretensión de adherir a las nuevas ideas del primer mundo. Yo estuve presente en una reunión donde Grondona se reía de Menem diciendo "ahora dice que es liberal, y se lo cree" con gran risa de la concurrencia.
Macri se encuentra con otra cosa que Menem. En lugar de joyas de la abuela para mandar a fundición, se encuentra con joyas relucientes listas para usar. Menem vendió empresas quebradas por chirolas. Macri va a vender empresas redituables por lo que valen, empresas que los buitres aspiran hincarles el diente y se les hace agua la boca.
Menem hizo la convertibilidad $·1x1dólar, revaluando el peso, al solo efecto de que las empresas privatizadas no tuvieran que invertir en nada, porque les pagábamos con una tarifa alta en dólares, mientras nos endeudábamos a cuenta, deuda a saldar al final de la década. Macri va a comenzar, al revés de Menem, devaluando bien el peso, para que los salarios caigan de golpe, con la excusa del atraso cambiario por culpa de Cristina.
La inflación va a dar un golpe aumentando los precios, como en el rodrigazo, pero Macri rápidamente largará una convertiblidad como la de Carlos Pellegrini, el gran héroe de liberalismo tradicional, que garantice la estabilidad, con un cambio por ejemplo de $20x1dólar. El crédito le va a llover, como le llovió a Carlos Pellegrini después del desastre de Juarez Celman, y a bajos intereses. Y no va a tener empacho en tomarlo con las dos manos. Llega en el momento justo.
Los reclamos de aumento salarial van a ir a parar a las paritarias donde Macri les va a enseñar por decreto que el salario tiene que ajustarse al aumento de las ventas de la empresa, lo que sería una forma de medir la productividad, como viene avisando a los sordos. Si la empresa no crece, el salario no aumenta por más que aumenten los precios. La devaluación asegura a los empresarios menores costos salariales, o sea, mayor productividad.
Una década de lucha diaria, desgastante, abrumadora, llena de victorias e inclusión, de trabajo y felicidad, se puede ir por el inodoro.
Soy optimista, pero no triunfalista, creyendo que dios está conmigo. Necesito fundar el optimismo en la seguridad de estar dando los pasos correctos. La derrota es el precio que se paga por los errores. El más grave es el optimismo que distrae de evitar cometerlos.
Yo creo como Rossi y Taiana, que hay que bajar los decibeles del enfrentamiento con Scioli, para reservarnos algo de dignidad a la hora de tener que votarlo para enfrentar a Macri en las urnas.
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